Hoy, en Universo Hijos, el árbol que no sabía quién era.
¡Hola a todos y a todas! Inauguramos una nueva sección en nuestro podcast. Somos fiel admiradoras del cuento, pues es una herramienta ideal para hacer reflexionar desde un manera divertida y amena. Y hoy, estrenamos sección con esta historia: el árbol que no sabía quién era. Antes de nada, es importante decir que se trata de un cuento oriental, y lo hemos encontrado en www.terapiapsico-corporal.com
El cuento
Había una vez en un lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un jardín esplendoroso con árboles de todo tipo: manzanos, perales, naranjos, grandes rosales,… Todo era alegría en el jardín y todos estaban muy satisfechos y felices. Excepto un árbol que se sentía profundamente triste. Tenía un problema: no daba frutos.
-No sé quién soy… -se lamentaba-.
-Te falta concentración… -le decía el manzano- Si realmente lo intentas podrás dar unas manzanas buenísimas… ¿Ves qué fácil es? Mira mis ramas…
-No le escuches. -exigía el rosal- Es más fácil dar rosas. ¡¡Mira qué bonitas son!!
Desesperado, el árbol intentaba todo lo que le sugerían. Pero como no conseguía ser como los demás, cada vez se sentía más frustrado.
Un día llegó hasta el jardín un búho, la más sabia de las aves. Al ver la desesperación del árbol exclamó:
-No te preocupes. Tu problema no es tan grave… Tu problema es el mismo que el de muchísimos seres sobre la Tierra. No dediques tu vida a ser como los demás quieren que seas. Sé tú mismo. Conócete a ti mismo tal como eres. Para conseguir esto, escucha tu voz interior…
¿Mi voz interior?… ¿Ser yo mismo?… ¿Conocerme?… -se preguntaba el árbol angustiado y desesperado-. Después de un tiempo de desconcierto y confusión se puso a meditar sobre estos conceptos.
Finalmente un día llego a comprender. Cerró los ojos y los oídos, abrió el corazón, y pudo escuchar su voz interior susurrándole:
FUENTE: https://www.terapiapsico-corporal.com
«Tú nunca en la vida darás manzanas porque no eres un manzano. Tampoco florecerás cada
primavera porque no eres un rosal. Tú eres un roble. Tu destino es crecer grande y majestuoso, dar nido a las aves, sombra a los viajeros, y belleza al paisaje. Esto es quien eres. ¡Sé quien eres!, ¡sé quien eres!…»
Poco a poco el árbol se fue sintiendo cada vez más fuerte y seguro de sí mismo. Se dispuso a ser lo que en el fondo era. Pronto ocupó su espacio y fue admirado y respetado por todos.
Solo entonces el jardín fue completamente feliz. Cada cual celebrándose a sí mismo.
Entre líneas
Ahora sí, vamos a hablar de este árbol. Uno de los mensajes más fuertes de este cuento, es el de “sé tu mismo”. Y es que esta historia habla de un ser que no es feliz, no está a gusto con quién es, y dentro del jardín en el que habita, se siente inferior a sus compañeros. Pues ve como el rosal da flores, el manzano da manzanas… Y él se pregunta: ¿Y yo, qué hago?
Y el hecho de querer asemejarse a los demás, de tener que cumplir con las habilidades y características de los otros seres de su entorno, le propicia una infelicidad. Ve como los otros árboles son felices porque dan frutos, y entonces piensa que siendo como ellos, será útil y, sobretodo, se sentirá útil. Y esto le llevará a la felicidad.
Pero todo cambia cuando conoce el búho, que le dice que la respuesta no la encontrará preguntando a los demás: sino preguntándose a sí mismo. Tampoco encontrará su felicidad siendo como los demás, sino siendo él mismo. Y este sabio pájaro aconseja a nuestro árbol que escuche su voz interior. Esta que a veces es tan difícil de escuchar. Y es que el camino hasta el autoconocimiento es duro, no es sencillo, pero es el único que nos puede llevar a encontrar nuestro lugar en el mundo.
Y el árbol, o mejor dicho, el roble, un día se observa a sí mismo, se valora y se da cuenta que su función no es florecer en primavera, ni dar manzanas. Y no por eso es un fracasado o es peor que sus compañeros. Su misión en la vida es otra: ser nido, ser hogar de otros seres, revestir de belleza aquel jardín y dar sombra. Todo esto le hace ser único, especial y diferente: le convierte en quien realmente es en potencia.
Descubrir quiénes podemos llegar a ser, qué podemos aportar al jardín, a la sociedad, no es una tarea sencilla. Pues tal y como le sucede al roble, conocerse a uno mismo no es fácil. Pero es el punto de partida que debemos tomar para encontrar nuestro lugar en el mundo. El primer paso, es preguntarnos a nosotros mismos: solo dentro de nosotros y nosotras podremos encontrar nuestra misión en el mundo. Aquello con lo que podemos desarrollarnos como personas en sociedad y, además, aportar un valor.
Precisamente, se trata de ser unx mismx, pues todos y todas tenemos un talento, somos algo en potencia y, debemos ponernos como misión descubrir qué es para encontrar el porqué de nuestra vida. Podríamos acabar con una frase muy conocida, que no sabemos si es de Einstein o no, pero nos encaja perfecto para ilustrar el mensaje de este cuento: «Todo el mundo es un genio. Pero si juzgas a un pez por su habilidad para trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil».