Cuenta la historia que el alumno decidió desafiar las teorías del maestro, porque amaba demasiado a la verdad. Así, Aristóteles, motivado por la observación como biólogo y naturalista, elaboró la teoría de la substancia. En plena discusión ontológica sobre qué es y qué no es, el filósofo griego habló de potencia y acto. Y hoy, aprovecharemos un poco este legado ontológico y ético para reflexionar sobre el talento, nuestras capacidades y cómo podemos encontrar (y crear) nuestro lugar en el mundo.
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Y ahora sí, vamos al tema que nos quema hoy.
Pues hoy, siguiendo la dinámica filosófica de la última semana, vamos a hablar de otro filósofo. Y sabéis que en el último episodio hablamos sobre los duelos mediante el pensamiento estoico.
Ahora, vamos a charlar sobre el talento y el desarrollo personal en nuestro mundo. Y lo haremos con una parte de la filosofía de uno de los dos grandes maestros del pensamiento griego.
Aristóteles, somos en acto y en potencia
En aquella época, en pleno siglo IV a.C, la gran problemática se centraba en el cambio. Es decir, qué es y que no es, qué existe y qué no existe. Y Aristóteles elaboró una teoría para explicar el cambio: ¿Por qué las cosas cambian? Pues, para el filósofo, el cambio aparece cuando lo que podemos ser en potencia lo desarrollamos en acto. Así pues existe dos formas de ser: en potencia y en acto.
En acto es la realidad actual, la actividad presente. Y en potencia hace referencia a todo lo que aquel elemento puede llegar a ser. Por ejemplo, una semilla en acto es un árbol en potencia; o una estudiante de comunicación puede ser una periodista de investigación en potencia. De hecho, aún utilizamos “en potencia” para designar aquello que puede esdevenir y ser realidad.
Pero esto no es todo. Pues la teoría de Aristóteles se basa en la idea griega finalista que, en un cosmos, un conjunto ordenado de cosas, cada elemento de la realidad debe cumplir con una función en el mundo. La perfección es no romper este orden. Y la felicidad del ser depende de si encontramos nuestro lugar en el mundo para poder desarrollar en potencia y así cumplir con nuestra función.
Es decir, toda existencia tiene un propósito. Así pues, ser lo que podemos llegar a ser es el único camino para autorealizarnos. Y aquí la importancia de autoconocernos, ver de lo qué somos capaces y encontrar sentido a nuestras acciones.
Cómo podemos encontrar aquello que nos hace diferentes? Todos tenemos un talento?
Todo el mundo tiene capacidades, adquiridas o por adquirir.
Debemos guiarnos por estos factores para ir descubriendo cuáles son:
Tiempo + valores + dedicación + pasión, encontrar aquello nos mueve por dentro, la actitud también nos hace diferentes de los demás.
También tener en cuenta qué dicen de mí los que me conocen: ¿Qué destacan de mí persona? A veces los talentos no los reconocemos porque son actividades que no nos cuestan hacer, nos salen de forma fácil y son los demás los que nos pueden hacer ver que conseguimos algo fácilmente pero en realidad para ellos es difícil.
Ikigai o el DAFO para enfocarlo en el ámbito profesional. No hace falta ser el mejor, hace falta hacerlo. Son dos herramientas estupendas para autoconocernos en este ámbito.
¿Qué pasa si nunca encontramos y creamos nuestro lugar en el mundo alineado con nuestras capacidades y motivaciones?
Me gusta pensar en que todos, como miembros activos de la sociedad, debemos aportar un valor a ésta.
Nuestro trabajo no puede valerse en conseguir dinero solamente, pues al final vendemos tiempo a cambio de dinero.
¿Cuánta gente se levante feliz por ir a trabajar? A ver, a nadie le gusta madrugar, pero tener la sensación que estás en el lugar indicado, que eres tú y gracias a tu labor el mundo es mejor.